Por Olmedo
Carrasquilla
Idioma Español
País
Panamá
1 febrero 2019
En las últimas décadas, nuestro istmo ha estado
plagado de concesiones extractivas, como también, de un pensamiento huérfano
hacia la escena global que nos invoca mitigar las graves consecuencias que el
cambio climático genera.
Por Olmedo Carrasquilla - Colectivo Voces Ecológicas COVEC
Fuente: Desinformémonos
Miles de hectáreas de riqueza
ecológica perdemos a raíz del mal llamado desarrollo importado, del nivel de
conciencia socioambiental desarticulado a los programas educativos, y la poca o
nula innovación de campañas ambientales que incida a transformar la inmovilidad
ciudadana a otros impactos negativos del sector industrial.
Un sinnúmero de cuadros negativos que se repliegan
en los medios de comunicación convencional y redes sociales; cuya acción
despierta alarma e indignación, sin una herramienta pública que rompa con la
tradicional forma de denuncia; es actualmente, un desahogo coyuntural
cibernético sin fundamento espitemológico ambiental, asimilado en el
antropocentrismo.
He aquí un cuestionamiento a la ingobernabilidad
ambiental, que recae sobre las funciones incoherentes del deber de cuidado,
versus la antítesis de que la tecnología avanzada, recompensará los daños
ocasionados por el extractivismo. Un overshot, por la incapacidad de regenerar
lo destruido, sin reconocer el peligro de sobreponernos a los bienes comunes
irrenovables.
El Panamá que deseamos, por la urgente necesidad,
nos conduce a crear un país bajo un sistema de valores a través de la Economía
Ecológica, tal como lo expresa el economista ecólogo Joan Martínez Alier, cuya
tesis, transformaría los estándares de producción que la economía clásica nunca
abordó. Es decir, la cuestión ambiental o sustentabilidad socioambiental debe
ser considerada en la economía nacional; y no verla solamente como un objeto
accesorio, academisista, inerte a la demanda de suplir el desequilibrio entre
la materia prima y consumo irresponsable.
Todo por igual, (gobernandos y gobernantes
obedeciendo), tenemos el deber facultativo de emprender otro modelo de vida con
las cualidades que nos ofrece nuestra soberanía ecológica; con la
responsabilidad colectiva, más allá del rol empresarial, en donde superemos el
síndrome de la coyuntura de los desastres naturales, de la degradación
ambiental y del ciclo económico depredador.
A propósito, en sus últimas décadas, ha fracasado
por medio del discurso desarrollista.
No es abogar por otra ideología, sino es la
descolonización de lo imperante e inoperante que no funcionó socialmente, que
ha acumulado para una economía desigual, y cuyo aporte es ejercida por los
impuestos de la gran mayoría, a cambio del poco beneficio. Es posible que
pudiese incrementarse en otros modos de producción económica como la
Agroecología.
Suena interesante, y motivador, en algunos casos,
como el romanticismo activista. Pero, ya es hora que todos los ciudadanos,
además de la denuncia, innovemos nuestra forma de organizarnos, actuar y
transformar la propuesta de sociedad ilusa que el mercado nos impone.
La cuestión ambiental no es un compromiso de la
sociedad civil organizada, sino erga omnes, (igual para todas y todos).
Constituyéndose en un sistema de contrapesos y consensos sociales para que
nuestra biodiversidad panameña no sea usurpada por inequívocos dictámenes
económicos que llevaría a nuestro país al colapso.
Por Olmedo Carrasquilla - Colectivo Voces Ecológicas COVEC
Fuente: Desinformémonos
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