Debemos volcar a la Semarnat hacia
los ciudadanos y hacia los colectivos, debemos ciudadanizar la política
ambiental.
Por
mayo 29, 2019
Durante la
conferencia de prensa encabezada por el Presidente de México, Andrés Manuel
López Obrador, el recién nombrado Secretario de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat), Víctor Manuel Toledo, expuso un amplio panorama crítico
de las acciones y políticas que calificó como depredadoras y voraces contra el
planeta y la vida, por lo que puntualizó la urgente necesidad de generar
cambios contundentes desde la Semarnat junto a la sociedad mexicana, para
detener el daño constante a la naturaleza.
Discurso de Víctor
Manuel Toledo:
La preocupación
medioambiental no es mas que la reaparición de la naturaleza, la Madre Tierra,
la dimensión femenina de la humanidad en las socieades modernas como una fuerza
que los seres humanos debemos tomar en cuenta y respetar para seguir
existiendo, algo que debe decirse, quedó en el olvido
En efecto,
la naturaleza estuvo presente en el imaginario de las culturales ancestrales
como una entidad viva y sagrada donde sus origenes hace 300 mil años y fue solo
con el advenimiento de la sociedad materialista, tecnocrática, patriarcal y
mercantil que la naturaleza se convirtió en un ente a ser dominado y explotado,
en un recurso natural externo, en un capital natural, en una máquina al ser
analizada y escudriñada por el ojo frio, objetivamente frío, de una ciencia al
servicio de la acumulación de la riqueza.
Así nos ha
ido, así nos fue y así nos irá.
Esta
conciencia ecológica que suma día con día a millones y millones de seres
humanos en todo el mundo nos permite visualizar de maner diferente a la
política, tres dimensiones alcanzo a visualizar.
Primero, bajo la perspectiva de la conciencia
ecológica, la habitual geometría política de izquierdas y derechas desparece
para ser reemplazada por una nueva y sola disyuntiva, no hay mas que políticas
por la vida y políticas contra la vida o políticas hacia la muerte.
Visto globalmente, este dilema se traduce en políticas que enfrían el clima del planeta y políticas que lo calientan. Defendemos la vida o la continuamos aniquilando en nombre del mercado, la tecnología, el progreso, el desarrollo, el crecimiento económico y un largo etcétera.
Visto globalmente, este dilema se traduce en políticas que enfrían el clima del planeta y políticas que lo calientan. Defendemos la vida o la continuamos aniquilando en nombre del mercado, la tecnología, el progreso, el desarrollo, el crecimiento económico y un largo etcétera.
Lo segundo
es que ahora vemos el devenir, el transcurso del tiempo de otra manera. Ya no
son años, décadas o sexenios, ahora están las miradas puestas en lo que pasará
de aquí a un año clave, el 2050, solo 30 años. Para esa fecha, la humanidad
alcanzará 9 mil millones de habitantes -es decir 2 mil millones más en tres
décadas- el petróleo llegará a su fin-, la mitad de los países hoy en día ya
está usando su última parte del petróleo y le van a seguir el gas, el carbón y
el uranio.
El cambio
climático que no se ha detenido a pesar de las advertencias de los científicos
desde hace dos décadas, generará catástrofes de todo tipo y los alimentos que
serán necesarios tendrán que generarse bajo métodos agroecológicos y no más
bajo las pautas insanas y destructivas de la llamada agricultura moderna o
industrial.
Lo tercero,
surge de lo anterior y es que ello nos obliga a indagar la verdadera naturaleza
de las fuerzas profundas que provocan este panorama actual y de futuro próximo
y he aquí que coincidimos con la Cuarta Transformación, pues no somos
los seres humanos los culpables de esta situación de crisis, como nos lo
recuerda un ambientalismo superficial y una ciencia acrítica, sino los
culpables son una minoría de minorías, parásita y depredadora y esa minoría
tiene un nombre, se llama neoliberalismo.
Es pues
esta visión la que a mi juicio debe orientar la política ambiental del país y
su institución ejecutora; una política de emergencia y de restauración y de
cuidado de los elementos vitales que los mexicanos requerimos día con día, como
un derecho humano esencial: aire respirable, agua para todos, energía
alternativa, no fósil, alimentos sanos, hábitats sanos, reciclaje de desechos,
hogares sustentables, ciudades ordenadas. Pero también, acciones urgentes que
permitan detener este transitar hacia el abismo, un destino que tendrán que
enfrentar nuestros hijos y nuestros nietos.
¿Podremos
lograrlo a través de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales?,
creo que sí y antes que todo debemos recordar que la Secretaría del Medio
Ambiente surgió hace 25 años como una medida que ubicaba a México en la
tendencia mundial de disponer de instituciones y leyes en torno al asunto
ambiental, un fenómeno que coincidió con el inicio y despliegue del
neoliberalismo en todo el mundo y que generó una contradicción que han sufrido
los países y que en el caso de México alcanzó proporciones dramáticas.
A través
de los gobiernos neoliberales la política ambiental de México, que inició con
bríos y notables avances, comenzó a perder aliento, se estancó, se fue
desdibujando y terminó en descomposición, bajo presupuesto y actos de
corrupción, inimaginables.
En el
sexenio anterior por ejemplo, la Semarnat ya no fue encabezada por funcionarios
capacitados y calificados, sino por mercaderes del sector automotriz y por un
vendedor de autos de lujo. La Semarnat fue tomada por esa minoría depredadora y
rapaz que hoy destruye a la naturaleza y al ambiente en una buena parte del
país y del mundo, me refiero a las grandes corporaciones.
En el acto
de mayor desverguenza -esto es muy importante-, la Semarnat, junto la Sagarpa,
se pusieron del lado de las empresas biotecnológicas en los tribunales para
detener la demanda legal que un grupo de 40 ciudadanos y varias organizaciones
campesinas interpusimos contra la llegada del maíz transgénico hace cuatro
años.
La pérdida
del máiz en México por contaminación genética sería el quiebre de un proceso
histórico de por lo menos 7 mil años. México es hoy soportado por la
civilización mesoamericana y este legado cultural, como lo señala el
Presidente, es fundamental.
Necesitamos
pues rescatar a la Semarnat de esa inercia para ponerla al servicio de la
sociedad mexicana, necesitamos promover leyes contra el fracking, el máiz
transgénico y otros cultivos, por el agua para el uso humano, por la defensa de
la biodiversidad, etcétera.
¿Qué tenemos
de nuestro lado? muchas y
muchos, primeramente un gobierno antinoliberal sustentando por 30 millones de
votos y una sociedad cada vez más conciente que aglutina desde cientos, quizás
miles de comunidades indígenas en resistencia ante los proyectos depredadores
-lo que llamamos aquí el México Profundo, que además ahí están las claves en
todo el mundo para salir de la crisis del mundo moderno-, hasta sectores
urbanos, jóvenes de universidades, resistencias barriales, maestros
democráticos, la Iglesia Católica que sigue la teología de la liberación y
ecología.
Debemos
volcar a la Semarnat hacia los ciudadanos y hacia los colectivos, debemos
ciudadanizar la política ambiental.
El país
también dispone de los suficientes talentos, expertos y especialistas en ciencia
para fundamentar técnicamente las decisiones y las acciones de la Semarnat y
para alcanzar una ciencia para la sustentabilidad con ética y con conciencia.
Vamos a procurar resarcir esta calidad científica y tecnológica.
La última
fortaleza es practicar el diálogo, como nos lo ha mostrado y demostrado el Presidente
López Obrador en estos meses. Solo la crítica y la autocrítica bien
templada logrará madurar a la sociedad mexicana.
Agradezco
desde mi corazón al Presidente de este maravilloso país su confianza y amistad.
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