Por: Ollantay Itzamná
Ante la inminente
catástrofe existencial a la que nos llevó el
sistema-mundo-occidental-capitalista, en los últimos años, activistas
reflexivos, y algunos de la academia progresista, “descubrieron” los modelos de
convivencia milenaria de los pueblos originarios y los plantearon como
desarrollo alternativo.
Debemos entender que
el desarrollo (desenvolver) como modelo de vida basado en la
producción-consumo-confort, no tiene más de tres siglos de antigüedad. En el
siglo XIX, el pensamiento eurocéntrico lo denominó progreso.
En el siglo XX,
después de la II Guerra Mundial, el entonces Presidente Truman de los EEUU,
proclamó a su pueblo como país desarrollado, y al resto, nos catalogaron como
“subdesarrollados”.
Desde entonces, parte
de la humanidad se obsesionó por la dinámica suicida de
producción/explotación-consumo-confort, para ser desarrollados.
En menos de tres
siglos el desarrollo no sólo convirtió a sus agentes en consumopáticos y
energívoros, sino que activó una crisis ecológica planetaria sin precedentes.
Fue, entonces, que en la década de los 70 del pasado XX se acuñó el término de
desarrollo sostenible para “preservar” los derechos y el bienestar de las siguientes
generaciones.
Desarrollo sostenible
quiere decir: sigamos devorando al planeta herido, pero preservando algunas
migajas para los nuevos y futuros consumopáticos. Ya vamos casi como medio
siglo intentando el promisorio desarrollo sostenible, pero pueblos enteros y
ecosistemas completos continúan siendo sacrificados para sostener el desarrollo
de unos pocos insensibles. Y la Madre Tierra ya perdió su capacidad
autoregenerativa y autoregulativa hidroclimática.
El desarrollo siempre
tiende hacia la acumulación infinita, y los bienes de la Tierra son
evidentemente finitos. ¿Cómo la humanidad se puede desarrollar infinitamente si
los bienes de la Tierra son finitos? El concepto de desarrollo sostenible se
equipara a un lobo feroz pero con los colmillos limados. Al final siempre es
predador. Entonces, ¿cómo salimos de este entuerto hegeliano del
desenvolvimiento infinito? La respuesta es el silencio.
En este contexto de
silencio desesperante, se intenta teorizar sobre las vivencias milenarias del
sumaq kausay. Vivencias vapuleadas y estigmatizadas, como causas atávicas de la
miseria y atraso, hace tan sólo unas décadas atrás, por los mismos académicos
ilustrados que, ahora, intentan construir nuevos discursos sobre desarrollo
sostenible con lo abominable.
Nuestros abuelos y
padres nos hablaron de que los humanos no somos ninguna finalidad, ni centro de
la realidad existente. Todos los seres materiales y espirituales tenemos
dignidad, derechos y obligaciones. Ellos nos inculcaron que los humanos somos
una chakana (puente) para reestablecer
el equilibrio en la comunidad cósmica. Nuestra misión es cuidar y posibilitar
el equilibrio en todo y con todo cuanto coexiste en la comunidad cósmica,
incluida la especie humana.
- Somos jardineros, guardianes de todo cuanto coexiste en la Madre Tierra.
- No explotamos, nos servimos.
- No acumulamos, compartimos.
- No somos sedentarios, somos nómadas. Nuestra felicidad no está en el poseer cosas, sino en contemplar y cuidarlas.
A eso denominamos
sumaq kausay, suma qamaña, ñandereko (buen convivir, en quechua, aymara y
guaraní, respectivamente) Entonces, el Buen Vivir es completamente diferente al
concepto del desarrollo sostenible. Erróneamente algunos analistas asumen el
Buen Vivir como una fase más del proceso de desarrollo.
El desarrollo es
antropocéntrico, el Buen Vivir es cosmocéntrico. Para el sistema del
desarrollo, sólo los humanos gozan de derechos.
Para el Buen Vivir,
nuestra Pachamama (Madre Tierra), los ríos, los árboles, los animales, las
piedras, los espíritus protectores, los humanos, etc., todos tenemos derechos y
obligaciones.
Para que el desarrollo
sea sostenible se requiere de individuos adiestrados compitiendo y
sacrificándose muchos por pocos, para posibilitar el sumaq kausay se requiere
de la convivencia equilibrada y cooperante en la comunidad cósmica.
El desarrollo es un
rodillo aplanador y uniformador que aniquila la diversidad biocultural, el
sumaq kausay existe en la medida en que florecen los diferentes tipos y formas
de vida.
Fuente: Ecoportal.net - http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Desarrollo-Sustentable/El-Buen-Vivir-no-es-desarrollo-ni-el-desarrollo-es-sostenible
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