Edgardo I. Garrido-Pérez. Biólogo, dos
veces doctor en Ecología y miembro del Movimiento Popular Unificado. Docente
universitario e investigador.
Calor,
sequía y racionamiento energético: los indígenas
tenían razón
Los apagones, el racionamiento la crisis energética
en Panamá son parte de la crisis mundial de la producción de energía. Los
indígenas y los científicos alertaron durante décadas que eso vendría,
pero los gobiernos no hicieron caso y eso se debe al capitalismo. Este es un
sistema que consume sin control los recursos naturales de nuestro planeta; que
prefiere deforestar para poner malls y rascacielos en vez de mantener
bosques para que el pueblo respire. De ahí que hay que reemplazarlo antes de
que siga condenando a millones de panameños a una vida mala y corta. Les pido
por eso que compartan este escrito con quienes consideren pertinente.
Hasta
el día de hoy los capitalistas y gobernantes tildan a los indígenas y
ambientalistas de "enemigos del desarrollo", argumentando que la
economía, o sea los bolsillos de ellos, debe prosperar. Hay soluciones
técnicas, tales como la reforestación, las energías alternativas y un mejor
reparto de las tierras y recursos naturales, y las vamos a resumir al final de
este artículo. Pero estas soluciones chocan contra el capitalismo que sólo
favorece a terratenientes, comerciantes y otros magnates que llevan siglos
actuando a su antojo y lo destruyéndolo todo.
Deforestación,
cemento e hidroeléctricas
Desde hace décadas la sociedad de consumo no
progresa en la dirección de lograr un equilibrio con la naturaleza y un
crecimiento no destructivo de nuestro Planeta. En Panamá eso se manifestó de
dos maneras.
(1) Una brutal deforestación, particularmente desde
mediados del siglo pasado. Recordemos que cuando la brisa marina pasa entre los
árboles se refresca y luego viene a nuestras casas y nos refresca a todos, pero
al deforestar perdemos esa protección. La deforestación también favorece la
sequía, secando los ríos y alterando las lluvias, algo que los "desarrollistas"
del capitalismo nunca tomaron en cuenta en Panamá.
(2) Un crecimiento urbano exagerado en la Ciudad de
Panamá, y que se expande hacia las provincias. En concreto, los rascacielos,
los malls y el cemento reemplazaron los bosques, los parques, el acceso
a la saludable brisa marina; ahora cuando sopla una brisa, esta contacta el
cemento, se calienta más y sofoca a toda la ciudadanía. Ello trajo consigo una
demanda innecesariamente aumentada de electricidad en ciudades como la capital.
Jugoso negocio para las empresas de electricidad y para los despiadados
terratenientes que instalan represas para hidroeléctricas, sin importar que por
ello le quiten el agua y las tierras a los campesinos e indígenas que viven río
abajo.
Energías
alternativas: una necesidad frustrada
La generación eólica y solar de energía eléctrica
ya existen y pueden aliviar el consumo de gasolina, cuyo humo además es tóxico
y calienta el planeta. Pero las formas de energía limpia no reciben apoyo
financiero para desarrollarse en las universidades, fabricarse masivamente e
instalare en en ciudades y campos debido a la influencia de las poderosas
compañías petroleras de electricidad. O sea, al al afán capitalista de acumular
ganancias sin importar que con ello sometan al calor y la sed a millones de personas.
Las ciudades crecen sin ninguna planificación, con
deficientes sistemas de transporte masivo, obligando a las masas a endeudarse
con los bancos al tener que comprar autos pequeños y caros o apretujarse en un
bus o tren. En ciudades tan pequeñas y bellas como Panamá la mayoría del pueblo
podría ir al trabajo, la escuela y ciertas compras en bicicleta, usando sus
propios músculos como energía alternativa para el transporte. Pero esto no es
así debido a que se lucra con el automóvil. A tal extremo que las calles se
hacen pensando en los carros, que consumen gasolina, y no en las personas.
Los
"desarrollistas" del capitalismo: ineptitud con fines de lucro
El problema es que Panamá ha crecido a un ritmo no
previsto por la propia burguesía local, como le pasa con todos los problemas
del país, sin haber planeado el suministro de energía para este crecimiento
desbordado. Son tan avaros que deforestaron amplios terrenos, acapararon los
ríos, les pusieron hidroeléctricas para enriquecerse vendiendo electricidad y
ahora, por la propia deforestación que muchos de ellos hicieron, los ríos se
secan, impidiéndoles producir electricidad. Impulsaron la llegada de
inversionistas que huyen de los países acosados por la crisis económica para
ponerlos a vivir en rascacielos a fin de venderles la electricidad y lo mismo
vale para las mafias que se vienen con sus millones a acampar en Panamá huyendo
de las leyes de sus países de origen. Les quieren vender electricidad, pusieron
las hidroeléctricas para ello, pero están secando los ríos así que, cuando hay
sequía, falta agua para mover las turbinas. Así ocurren las cosas en la
economía de mercado. Y lo más absurdo es que haya quien la defienda.
Cinco retos
hacia una solución
1. Reducir la
demanda energética. Más de la mitad del consumo energético del país la
ejecutan los capitalistas comerciales. Si se suma el consumo de los rascacielos
y todas las otras infraestructuras de la ciudad de Panamá, dicha ciudad acaparan
fácilmente dos tercios del consumo energético nacional. En el corto plazo hay
que seguir imponiendo el racionamiento energético a los malls y
extenderlo a los rascacielos, cada uno de los cuales probablemente consume más
energía que un pueblito del interior del país. En el mediano y largo plazo hay
que restablecer la armonía de la ciudad de Panamá con la Naturaleza. Así como
se nos impusieron tantos rascacielos y tanto cemento con la excusa del progreso
hay que desmantelar de manera ordenada esas edificaciones, reciclar el caliche,
vidrio, plásticos y metales para hacer edificios más bajos, con paredes más
gruesas, techos más altos y ventanas más grandes. En suma, infraestructuras más
frescas, que necesitan menos energía. Esta mayor calidad de las viviendas se
más cónsona con la idea de progreso y ya la conocían los españoles durante la
época colonial cuando hicieron las casas del Casco Antiguo. Dudo mucho que los
gobiernos de capitalistas tomen medidas como estas, pero son necesarias si
queremos evitar tener todos los años, durante décadas o siglos, el mismo
problema. Porque se sabe que, debido al calentamiento global los fuertes
calores permanecerán por décadas o siglos, así que hay que estar preparados.
Cabe recordar que el calentamiento global también fue causado por el
capitalismo a partir de su "revolución industrial".
2.
Redistribuir la población y las tierras. La ciudad de
Panamá está superpoblada y además la mayoría de la población tiene muy baja
calidad de vida. El aire está contaminado, el calor es insoportable, el
transporte es pésimo, con tranques permanentes. La vida es cara, hay alta
inseguridad alimenticia y del agua y, encima de eso, los ciudadanos que padecen
semejante calvario consumen electricidad. Mientras tanto en las provincias unas
pocas familias tienen demasiada tierra y abusan de su propiedad privada para
acaparar el agua mediante la instalación de hidroeléctricas. Son los
capitalistas del campo los que hacen esto para seguirse llenando los bolsillos.
Hay que quitarles grandes pedazos de tierra a esos capitalistas,
re-distribuirlos entre los campesinos pobres para que vivan mejor. Algunos
ecólogos pensaban que el aumento de la población era la causa de la alta
deforestación en Panamá. Pero, en su momento histórico de mayor población (el
actual), Panamá tiene tan sólo algo aprox. 45 habitantes por kilómetro
cuadrado; sigue siendo poquita gente. Esto favorece la idea de que el
acaparamiento de tierras por algunos capitalistas, más que el aumento de la
población, expulsa a los campesinos de unos lugares para ir a deforestar otros.
Esos campesinos han ido a cortar bosques y a engrosar la población de las
ciudades de Panamá y aledañas, así que si se les reparten tierras ya clareadas
en sus provincias de origen se puede reducir la sobrepoblación de las ciudades,
y consiguientemente la demanda energética capitalina.
3. Aprovechar
la luz solar, el viento y otras fuentes de energía. Ahora bien,
los mencionados campesinos retornados a sus provincias gracias a una
redistribución de las tierras necesitarán algo de electricidad. Por fortuna en
muchas zonas del campo, como en el llamado Arco Seco y la Península de Azuero
abunda la luz solar todo el año. Si se impide que las provincias queden
plagadas de malls, rascacielos y viviendas sin buena ventilación, la
demanda energética de esas provincias permanecerá baja, incluso si retornan los
habitantes que se fueron, facilitando la satisfacción de sus necesidades
mediante energía solar como muchos hacen en otros países. También sobre las
montañas y en la costa sopla mucha brisa que puede aprovecharse para producir
electricidad tal cual se hace en otros países. Un problema del capitalismo es
que siempre prefiere las soluciones que generan más dinero, tales como producir
energía quemando derivados del petróleo o el gas natural. También en ese
sentido el capitalismo choca contra los intereses de la inmensa mayoría de
seres humanos y de un mundo verde y hermoso.
4. Permitir y
acelerar la regeneración de los bosques. Para el año
1947 el 70% de la superficie del país estaba cubierta por bosques y ya Azuero
estaba fuertemente devastado. Ahora sólo cerca de un 40% del territorio
nacional es boscoso. Los bosques restantes, sin embargo, son fuentes de
semillas de árboles nativos y eso genera un proceso de colonización de las
áreas devastadas por nueva vegetación cuando dichas semillas llegan
transportadas por animales como las aves y los murciélagos así como por el
viento. Este proceso de regeneración de los bosques está bastante bien
estudiado y se sabe que, si se deja que la tierra descanse luego de usos como
la agricultura tradicional de indígenas y campesinos, las funciones del
ecosistema como la fertilidad del suelo y el sombreado y consecuente
refrigeración del aire se restauran en algo así como 25 años. Desafortunadamente
muchas especies perdidas no retornan y esto ya es razón para proteger bien ese
40% de tierras boscosas que todavía nos quedan. Pero si los acaparadores de
tierras mantienen el pisoteo del suelo por un ganado que debería ocupar
parcelas más chicas, si se sigue reemplazando la tierra por cemento, y si se
remueve la tierra para la minería, los procesos de regeneración se retardan por
mucho más tiempo. Esa es la razón por la cual, a pesar de tanto interés
ambientalista, tantas provincias del país siguen siendo un peladero. Esto
refuerza la idea de que hay que quitarles tierra a los grandes capitalistas
también para dejar que los bosques vuelvan a crecer. Combinado con ello, hay
que contratar personas, como por ejemplo los pequeños campesinos e indígenas,
para que tengan en casa semilleros de árboles silvestres. También para que los
siembren y les den mantenimiento, acelerando con ello la recuperación de las
selvas. En contraste, el gobierno nacional responde a estas personas con
represión, y hasta asesinato, cuando salen a defender sus derechos en las
calles. A los capitalistas les gusta hablar de cuidar el jardín mientras matan
al jardinero.
5. Cortar por
lo sano: re-nacionalizar el sector energético. No puede ser
que un tema de importancia vital para todo el país esté en manos de unos
cuantos capitalistas que solamente piensan en dinero. Para poder tener una
planificación y organización del sistema eléctrico nacional, que permita
afrontar con previsión y planificación, los posibles eventos de emergencia como
el que se vive en estos días de calor, hay que volver a nacionalizar el sector
eléctrico. Todo eso hay que integrarlo con decisiones de corto plazo, como la
interconexión con Colombia, y medidas de mediano y largo plazo como las arriba
indicadas.
Conclusión
Todos sabemos que estas medidas no las va tomar
este gobierno ni el próximo, básicamente porque son gobiernos de los
capitalistas, que están allí para enriquecerse ellos y sus socios empresarios
privados. Lo sabemos porque las medidas tampoco fueron tomadas por ningún
gobierno a lo largo de más de 500 años de historia porque siempre han sido
gobiernos para producir dinero, no para convivir adecuadamente con la
naturaleza. Por fortuna ya el pueblo sabe cada vez más, desde un punto de vista
técnico y ecológico, sobre las causas, procesos y consecuencias de la crisis ambiental
que sufre Panamá, la cual empieza a hacerse crónica y sigue empeorando. Así que
la solución a estos problemas ya no está tanto en manos de los científicos y
técnicos, sino en manos del pueblo mismo. Los problemas ambientales de Panamá
se resolverán en la medida en que el pueblo se organice, quite a los
capitalistas su poder político y económico, y reemplace eso por formas de gestiones
socialistas y armoniosas con la naturaleza, como lo hacen los pueblos
indígenas. No hay nada malo en reconocer que dicho socialismo es una buena
alternativa para mejorar la vida de las personas y su ambiente.
He comenzado a escribir este documento el 15 de
mayo de 2013. Aniversario del fusilamiento del líder rural Victoriano Lorenzo,
a quien dedico este escrito. Hombre con marcados rasgos y cultura indígenas.
Más de 100 años después del fusilamiento de Victoriano persisten los problemas
que motivaron el alzamiento de él y sus seguidores: acaparamiento de tierras y
prepotencia capitalista. El General Lorenzo nos enseñó que para defender a los
seres humanos, y ahora también al ambiente, la pelea es peleando.
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