20 de mayo de 2013

CRISIS AMBIENTAL Y ENERGÉTICA EN PANAMÁ: CAUSAS DE FONDO Y SOLUCIONES DURADERAS


Edgardo I. Garrido-Pérez. Biólogo, dos veces doctor en Ecología y miembro del Movimiento Popular Unificado. Docente universitario e investigador.

Calor, sequía y racionamiento energético: los indígenas tenían razón

Los apagones, el racionamiento la crisis energética en Panamá son parte de la crisis mundial de la producción de energía. Los indígenas y los científicos alertaron durante décadas que eso vendría, pero los gobiernos no hicieron caso y eso se debe al capitalismo. Este es un sistema que consume sin control los recursos naturales de nuestro planeta; que prefiere deforestar para poner malls y rascacielos en vez de mantener bosques para que el pueblo respire. De ahí que hay que reemplazarlo antes de que siga condenando a millones de panameños a una vida mala y corta. Les pido por eso que compartan este escrito con quienes consideren pertinente.

Hasta el día de hoy los capitalistas y gobernantes tildan a los indígenas y ambientalistas de "enemigos del desarrollo", argumentando que la economía, o sea los bolsillos de ellos, debe prosperar. Hay soluciones técnicas, tales como la reforestación, las energías alternativas y un mejor reparto de las tierras y recursos naturales, y las vamos a resumir al final de este artículo. Pero estas soluciones chocan contra el capitalismo que sólo favorece a terratenientes, comerciantes y otros magnates que llevan siglos actuando a su antojo y lo destruyéndolo todo.

Deforestación, cemento e hidroeléctricas

Desde hace décadas la sociedad de consumo no progresa en la dirección de lograr un equilibrio con la naturaleza y un crecimiento no destructivo de nuestro Planeta. En Panamá eso se manifestó de dos maneras.

(1) Una brutal deforestación, particularmente desde mediados del siglo pasado. Recordemos que cuando la brisa marina pasa entre los árboles se refresca y luego viene a nuestras casas y nos refresca a todos, pero al deforestar perdemos esa protección. La deforestación también favorece la sequía, secando los ríos y alterando las lluvias, algo que los "desarrollistas" del capitalismo nunca tomaron en cuenta en Panamá.

(2) Un crecimiento urbano exagerado en la Ciudad de Panamá, y que se expande hacia las provincias. En concreto, los rascacielos, los malls y el cemento reemplazaron los bosques, los parques, el acceso a la saludable brisa marina; ahora cuando sopla una brisa, esta contacta el cemento, se calienta más y sofoca a toda la ciudadanía. Ello trajo consigo una demanda innecesariamente aumentada de electricidad en ciudades como la capital. Jugoso negocio para las empresas de electricidad y para los despiadados terratenientes que instalan represas para hidroeléctricas, sin importar que por ello le quiten el agua y las tierras a los campesinos e indígenas que viven río abajo.

Energías alternativas: una necesidad frustrada

La generación eólica y solar de energía eléctrica ya existen y pueden aliviar el consumo de gasolina, cuyo humo además es tóxico y calienta el planeta. Pero las formas de energía limpia no reciben apoyo financiero para desarrollarse en las universidades, fabricarse masivamente e instalare en en ciudades y campos debido a la influencia de las poderosas compañías petroleras de electricidad. O sea, al al afán capitalista de acumular ganancias sin importar que con ello sometan al calor y la sed a millones de personas.

Las ciudades crecen sin ninguna planificación, con deficientes sistemas de transporte masivo, obligando a las masas a endeudarse con los bancos al tener que comprar autos pequeños y caros o apretujarse en un bus o tren. En ciudades tan pequeñas y bellas como Panamá la mayoría del pueblo podría ir al trabajo, la escuela y ciertas compras en bicicleta, usando sus propios músculos como energía alternativa para el transporte. Pero esto no es así debido a que se lucra con el automóvil. A tal extremo que las calles se hacen pensando en los carros, que consumen gasolina, y no en las personas.

Los "desarrollistas" del capitalismo: ineptitud con fines de lucro

El problema es que Panamá ha crecido a un ritmo no previsto por la propia burguesía local, como le pasa con todos los problemas del país, sin haber planeado el suministro de energía para este crecimiento desbordado. Son tan avaros que deforestaron amplios terrenos, acapararon los ríos, les pusieron hidroeléctricas para enriquecerse vendiendo electricidad y ahora, por la propia deforestación que muchos de ellos hicieron, los ríos se secan, impidiéndoles producir electricidad. Impulsaron la llegada de inversionistas que huyen de los países acosados por la crisis económica para ponerlos a vivir en rascacielos a fin de venderles la electricidad y lo mismo vale para las mafias que se vienen con sus millones a acampar en Panamá huyendo de las leyes de sus países de origen. Les quieren vender electricidad, pusieron las hidroeléctricas para ello, pero están secando los ríos así que, cuando hay sequía, falta agua para mover las turbinas. Así ocurren las cosas en la economía de mercado. Y lo más absurdo es que haya quien la defienda.

Cinco retos hacia una solución

1. Reducir la demanda energética. Más de la mitad del consumo energético del país la ejecutan los capitalistas comerciales. Si se suma el consumo de los rascacielos y todas las otras infraestructuras de la ciudad de Panamá, dicha ciudad acaparan fácilmente dos tercios del consumo energético nacional. En el corto plazo hay que seguir imponiendo el racionamiento energético a los malls y extenderlo a los rascacielos, cada uno de los cuales probablemente consume más energía que un pueblito del interior del país. En el mediano y largo plazo hay que restablecer la armonía de la ciudad de Panamá con la Naturaleza. Así como se nos impusieron tantos rascacielos y tanto cemento con la excusa del progreso hay que desmantelar de manera ordenada esas edificaciones, reciclar el caliche, vidrio, plásticos y metales para hacer edificios más bajos, con paredes más gruesas, techos más altos y ventanas más grandes. En suma, infraestructuras más frescas, que necesitan menos energía. Esta mayor calidad de las viviendas se más cónsona con la idea de progreso y ya la conocían los españoles durante la época colonial cuando hicieron las casas del Casco Antiguo. Dudo mucho que los gobiernos de capitalistas tomen medidas como estas, pero son necesarias si queremos evitar tener todos los años, durante décadas o siglos, el mismo problema. Porque se sabe que, debido al calentamiento global los fuertes calores permanecerán por décadas o siglos, así que hay que estar preparados. Cabe recordar que el calentamiento global también fue causado por el capitalismo a partir de su "revolución industrial".

2. Redistribuir la población y las tierras. La ciudad de Panamá está superpoblada y además la mayoría de la población tiene muy baja calidad de vida. El aire está contaminado, el calor es insoportable, el transporte es pésimo, con tranques permanentes. La vida es cara, hay alta inseguridad alimenticia y del agua y, encima de eso, los ciudadanos que padecen semejante calvario consumen electricidad. Mientras tanto en las provincias unas pocas familias tienen demasiada tierra y abusan de su propiedad privada para acaparar el agua mediante la instalación de hidroeléctricas. Son los capitalistas del campo los que hacen esto para seguirse llenando los bolsillos. Hay que quitarles grandes pedazos de tierra a esos capitalistas, re-distribuirlos entre los campesinos pobres para que vivan mejor. Algunos ecólogos pensaban que el aumento de la población era la causa de la alta deforestación en Panamá. Pero, en su momento histórico de mayor población (el actual), Panamá tiene tan sólo algo aprox. 45 habitantes por kilómetro cuadrado; sigue siendo poquita gente. Esto favorece la idea de que el acaparamiento de tierras por algunos capitalistas, más que el aumento de la población, expulsa a los campesinos de unos lugares para ir a deforestar otros. Esos campesinos han ido a cortar bosques y a engrosar la población de las ciudades de Panamá y aledañas, así que si se les reparten tierras ya clareadas en sus provincias de origen se puede reducir la sobrepoblación de las ciudades, y consiguientemente la demanda energética capitalina.

3. Aprovechar la luz solar, el viento y otras fuentes de energía. Ahora bien, los mencionados campesinos retornados a sus provincias gracias a una redistribución de las tierras necesitarán algo de electricidad. Por fortuna en muchas zonas del campo, como en el llamado Arco Seco y la Península de Azuero abunda la luz solar todo el año. Si se impide que las provincias queden plagadas de malls, rascacielos y viviendas sin buena ventilación, la demanda energética de esas provincias permanecerá baja, incluso si retornan los habitantes que se fueron, facilitando la satisfacción de sus necesidades mediante energía solar como muchos hacen en otros países. También sobre las montañas y en la costa sopla mucha brisa que puede aprovecharse para producir electricidad tal cual se hace en otros países. Un problema del capitalismo es que siempre prefiere las soluciones que generan más dinero, tales como producir energía quemando derivados del petróleo o el gas natural. También en ese sentido el capitalismo choca contra los intereses de la inmensa mayoría de seres humanos y de un mundo verde y hermoso.

4. Permitir y acelerar la regeneración de los bosques. Para el año 1947 el 70% de la superficie del país estaba cubierta por bosques y ya Azuero estaba fuertemente devastado. Ahora sólo cerca de un 40% del territorio nacional es boscoso. Los bosques restantes, sin embargo, son fuentes de semillas de árboles nativos y eso genera un proceso de colonización de las áreas devastadas por nueva vegetación cuando dichas semillas llegan transportadas por animales como las aves y los murciélagos así como por el viento. Este proceso de regeneración de los bosques está bastante bien estudiado y se sabe que, si se deja que la tierra descanse luego de usos como la agricultura tradicional de indígenas y campesinos, las funciones del ecosistema como la fertilidad del suelo y el sombreado y consecuente refrigeración del aire se restauran en algo así como 25 años. Desafortunadamente muchas especies perdidas no retornan y esto ya es razón para proteger bien ese 40% de tierras boscosas que todavía nos quedan. Pero si los acaparadores de tierras mantienen el pisoteo del suelo por un ganado que debería ocupar parcelas más chicas, si se sigue reemplazando la tierra por cemento, y si se remueve la tierra para la minería, los procesos de regeneración se retardan por mucho más tiempo. Esa es la razón por la cual, a pesar de tanto interés ambientalista, tantas provincias del país siguen siendo un peladero. Esto refuerza la idea de que hay que quitarles tierra a los grandes capitalistas también para dejar que los bosques vuelvan a crecer. Combinado con ello, hay que contratar personas, como por ejemplo los pequeños campesinos e indígenas, para que tengan en casa semilleros de árboles silvestres. También para que los siembren y les den mantenimiento, acelerando con ello la recuperación de las selvas. En contraste, el gobierno nacional responde a estas personas con represión, y hasta asesinato, cuando salen a defender sus derechos en las calles. A los capitalistas les gusta hablar de cuidar el jardín mientras matan al jardinero.

5. Cortar por lo sano: re-nacionalizar el sector energético. No puede ser que un tema de importancia vital para todo el país esté en manos de unos cuantos capitalistas que solamente piensan en dinero. Para poder tener una planificación y organización del sistema eléctrico nacional, que permita afrontar con previsión y planificación, los posibles eventos de emergencia como el que se vive en estos días de calor, hay que volver a nacionalizar el sector eléctrico. Todo eso hay que integrarlo con decisiones de corto plazo, como la interconexión con Colombia, y medidas de mediano y largo plazo como las arriba indicadas.

Conclusión

Todos sabemos que estas medidas no las va tomar este gobierno ni el próximo, básicamente porque son gobiernos de los capitalistas, que están allí para enriquecerse ellos y sus socios empresarios privados. Lo sabemos porque las medidas tampoco fueron tomadas por ningún gobierno a lo largo de más de 500 años de historia porque siempre han sido gobiernos para producir dinero, no para convivir adecuadamente con la naturaleza. Por fortuna ya el pueblo sabe cada vez más, desde un punto de vista técnico y ecológico, sobre las causas, procesos y consecuencias de la crisis ambiental que sufre Panamá, la cual empieza a hacerse crónica y sigue empeorando. Así que la solución a estos problemas ya no está tanto en manos de los científicos y técnicos, sino en manos del pueblo mismo. Los problemas ambientales de Panamá se resolverán en la medida en que el pueblo se organice, quite a los capitalistas su poder político y económico, y reemplace eso por formas de gestiones socialistas y armoniosas con la naturaleza, como lo hacen los pueblos indígenas. No hay nada malo en reconocer que dicho socialismo es una buena alternativa para mejorar la vida de las personas y su ambiente.

He comenzado a escribir este documento el 15 de mayo de 2013. Aniversario del fusilamiento del líder rural Victoriano Lorenzo, a quien dedico este escrito. Hombre con marcados rasgos y cultura indígenas. Más de 100 años después del fusilamiento de Victoriano persisten los problemas que motivaron el alzamiento de él y sus seguidores: acaparamiento de tierras y prepotencia capitalista. El General Lorenzo nos enseñó que para defender a los seres humanos, y ahora también al ambiente, la pelea es peleando.

 

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