Comunidad de Cangandi, Kuna Yala. Foto: Gubiler |
¡Nada que celebrar, nada que lamentar!
Recordar la resistencia y la lucha de los pueblos indígenas en Abiayala contra
los invasores españoles y posteriormente de otros países del viejo continente. Esta
fecha ya no es de lamentos y de celebración, sino de avances, demostrar al
mundo que los pueblos indígenas son capaces de enfrentar las realidades
globales de hoy. Sus conocimientos ancestrales, innovándolas pueden enfrentar
hasta la crisis climática.
El
“Día de la Resistencia Indígena” sustituye al denominado “Día de la Raza”
nombre racista como aún se conmemora en algunos países el avistamiento de
tierra por los españoles en 1492, luego de haber cruzado el atlántico al mando
de Cristóbal Colón, a lo que posteriormente se denominaría América. La historia
enseñaba que América fue "descubierta" por Cristóbal Colón, cuya
llegada permitió a los pueblos indígenas de Abiayala (nombre correcto de estas
tierras) obtener una lengua y acceder a la "civilización".
Pero
la historia es otra, historia que no se cuenta en libros educativos, el arribo
de los europeos a Abiayala fue el comienzo de la esclavitud, el maltrato y sometimiento
de la religión o creencia Cristiana como instrumento opresor durante la llamada
conquista.
Pero
esta realidad no ha culminado, sigue sometiendo a los pueblos indígenas, como
también ocurre en Kuna Yala por Leonardo Gassó, el jesuita español (1907-1912)
en nombre del gobierno y de la iglesia, se esforzó al máximo suprimir el
Congreso y el rito de pubertad femenina y la inna o chicha[1].
Los
pueblos indígenas antes de aceptar ser subyugados se replegaron a lugares
inhóspitos, a las selvas montañosas, de esta forma superaron y se adaptaron a
convivir con su gente los hermanos árboles y demás hermanos de la selva, de
esta forma guardaron celosamente sus lenguas, su organización social, sus sistemas
agroecológicos de cultivo, su cultura ancestral que respeta la naturaleza y como
centro al ser humano.
Hoy
es deber del gobierno reconocer la diversidad cultural y humana que existe en
nuestro país, que reivindica a los pueblos indígenas panameños en este proceso que
necesita un cambio social y de actitud.
Si
los estados miembros de la Naciones Unidas acogieran realmente la declaración
de la Primera Conferencia Mundial
sobre los Pueblos Indígenas celebrada en Nueva York el 22 y 23 de septiembre de
2014[2], se estaría dando los primeros pasos al “buen
vivir” de los pueblos del mundo.
Los Estados y gobiernos
estarían reafirmando “los compromisos contraídos de celebrar consultas y cooperar de buena
fe con los pueblos indígenas interesados por medio de sus instituciones
representativas antes de adoptar y aplicar medidas legislativas o
administrativas que los afecten, a fin de obtener su consentimiento libre,
previo e informado”. Se estaría reafirmando “el compromiso de respetar,
promover, impulsar y no menoscabar en modo alguno los derechos de los pueblos
indígenas y de defender los principios de la Declaración[3]”.
Debe
la Asamblea Legislativa declarar el 12 de octubre como el “Día de la
Resistencia Indígena”, tomar ejemplo de otros países. Hoy, los pueblos
indígenas y afrodescendientes son dignos como todo pueblo del mundo, mantener
sus luchas por una verdadera conquista de mayores espacios y derechos.
[1]
Leonardo Gassó, S. J., 1911-1914. La misión de San José de Narganá entre los
Karibes (República de Panamá). Las Misiones Católicas, Barcelona. pp. 19-22
[3] Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas, aprobada por la Asamblea General el 13 de septiembre
de 2007
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