En la
ciudad de Panamá, del 18 al 20 de febrero del presente año, se va a celebrar la
V Consulta Regional por la Soberanía Alimentaria y la Justicia Social. Un
momento oportuno para señalar algunas consideraciones sobre el tema dentro de
nuestra realidad como pueblo indígena y particularmente del pueblo dule.
Se ha
elaborado el Plan Estratégico de Gunayala (PEGY), para 10 años (2015-2025), con
la finalidad de monitorear o darle seguimiento al desarrollo desde adentro de
la Comarca[1].
¿Qué ocurrirá cuando se llegue al centenario de la Revolución Dule? ¿Habremos
avanzado o estancado? ¿100 años de revolución para nada será? La motivación es
que, todos somos consciente que si hay que avanzar… En nuestros oídos retumban
voces de nuestros abuelos, en las páginas lo escribimos, pregonamos la
historia, entonamos canciones, tomamos inna, entonces pongámosles en práctica.
Este rol es de todos nosotros y en particular de la dirigencia que lleva el
barco de Gunayala. ¡Hay que enderezar el barco!...
Existe
un poder sobre la alimentación (Patel, 2012), porque solamente ver a nuestro
derredor afecta el hambre y la desnutrición a millones de pueblos, siempre ha
sido el problema principal a lo largo de la historia de la humanidad, es uno de
los problemas socioeconómicos más graves de las sociedades humanas. Existen
muchas causas, guerras, poco conocimiento de técnicas para mejorar la
producción, epidemias, disputa por tierras fértiles, fenómenos naturales, y pronto
será por el agua. La escasez aguda de agua es evidente en muchas regiones del
planeta y particularmente, una preocupación constituye el agotamiento de las
capas freáticas de las que depende el 99% del agua potable, en que las tasas de
extracción superan a las de reposición (Schejtman y Chiriboga, 2009). La gente
no ha muerto por la falta de alimentos, sino por la falta del derecho a
comerlos (Sen AK, 1981; citado por Patel, 2012; Windfuhr y Jonson, 2005). Situaciones
que nuestros pueblos no vivían, porque la naturaleza madre – Nabgwana, nos
ofrece todo, el agua que es la savia o la sangre del que nos amamanta, las
frutas que los hermanos árboles nos proveen, toda la alimentación habido por
haber, que disfrutamos nuestros pueblos. Todo ello poco a poco en Gunayala se
está perdiendo. “No es que no haya, es
que no la estamos produciendo, no estamos trabajando la tierra como antes”[2].
En los
años 80 se notó la preocupación por el incremento de la producción. Tanto es
así, que el Congreso General Guna (CGG), ha emitido varias resoluciones al
respecto (CGK, 2006a, 2006b), hasta la creación de la Secretaria de Producción del
CGG, el año pasado (CGG, 2015)[3].
A mediados del 80, para enfrentar esta situación se organizaron grupos de
productores, apoyados, por una parte, por la iglesia católica, por la otra por
políticos, gobiernos y otros interesados. Para esta misma época (Castillo, 2013b),
la iglesia católica jugó un rol importante en este empuje para incrementar la
producción. Para entonces, se organizaron 35 grupos aproximados[4],
sin contar los grupos familiares, individuales y comunales. También hubo
alianzas, como el de la Asociación Ecológica Kuna (AEK)[5]
con la Organización de Pequeños Agricultores (AEKOPA)[6].
Pero con el tiempo, estos grupos fueron abandonando los nainus, porque quedaban
lejos o simplemente ya el apoyo “paternalista” se había agotado.
La agricultura familiar de nainu
Los
únicos grupos que vienen sobreviviendo es el grupo familiar y el individual, ellos no
recibieron apoyo. Pareciera que esta práctica, de no apoyar a grupos familiares
e individuales, se sigue dándose en la actualidad[7];
esperamos que esta práctica sea superada, porque los agricultores familiares e
individuales solicitan apoyo para asegurar la alimentación y seguir alimentando
a la población.
De
alguna manera, la agricultura dule ha tenido su proceso histórico. Todo indica
que la agricultura familiar de nainu, ha sido y sigue siendo la base de los
sistemas de producción agroforestal de nainu (Castillo, 2013a, 2013b). Sin
embargo, nuestra experiencia no se toma en cuenta, la experiencia de los
pueblos indígenas; en la discusión actual sobre la agricultura familiar en América
Latina, ahora que se han dado cuenta que la agricultura familiar es heredera de
las reflexiones sobre el campesinado durante la década de 1970 y sobre la
producción a pequeña escala durante la década de 1980 (FIDA, 2014).
Entonces,
podemos decir que la agricultura familiar incluye una forma social de trabajo y
de producción en la que la actividad agrícola es realizada por un grupo
doméstico unido por lazos familiares (Castillo, 2013a, 2013b; FIDA, 2014). Estas
unidades de producción familiar de nainu, han demostrado que no son
necesariamente ni pobres, ni pequeñas, ni mucho menos desconectadas de los
mercados, y de la dinámica social[8].
Si
nuestro pasado fue rico en alimentación, sin hambre y desnutrición, cultivando
o recolectando productos de la tierra y del bosque, si por ello lucharon
nuestros abuelos para que nuestra tierra y cultura no fuese enajenada, eso fue
luchar por una soberana alimentación. Entonces la causa es que “el hambre y la
desnutrición no son un acontecimiento natural, sino el resultado de las
relaciones sociales y de producción que los hombres establecen entre sí”
(Stedile y Martins de Carvalho, 2010).
Si hoy
la población dule está sintiendo estas necesidades, es porque, la verdad, es
que el sistema capitalista nos ha arraigado. Es decir, como el acceso a los
alimentos está regido por las leyes capitalistas del lucro y de la acumulación,
hoy, solo las personas que tienen dinero, tienen acceso a alimentos y renta
para comprarlos. Pero no todo está perdido, aún hay oportunidades que no se
aprovechan.
Agrobiodiversidad: agroecología
Si
hasta hoy hemos existido, eso es debido a una amplia gama de variedades locales
de cultivos y razas fueron adaptadas localmente y facilitaron la vida sana y
feliz en entornos difíciles. Nuestros ancestros trajeron consigo hasta la
actual Comarca, variedades locales como el siagwa (cacao), sursia (cacao de
mono), massunnad (plátano), gwalu (camote), moe (zapallo), dargwa (otoe), una
gran diversidad agrícola y forestal, con capacidad de adaptación a las
diferentes condiciones geoclimáticas, pero poco considerado dentro de la
diversidad biológica (Castillo, 2014). La biodiversidad agrícola fue
desarrollada por el humano, por ello, la agrobiodiversidad es parte del
patrimonio cultural.
Si
nuestro pueblo hasta ahora ha sobrevivido, gracias a sus conocimientos sin uso de
fertilizantes, plaguicidas y riego, pero que en los momentos actuales estamos
perdiendo estos conocimientos, si lo rescatáramos y lo aplicáramos superaríamos
el hambre mediante el uso de los recursos que tienen disponibles para practicar
e innovar una agricultura de nainu en una forma mejor y más sostenible.
De
acuerdo a ETC/GRAIN/ITDG (2002) y Altieri y Nicholls (2012), el modelo agrícola
industrial debido a su impacto negativo amenaza la biodiversidad agrícola. Esta pérdida de diversidad está exacerbando
la inseguridad alimentaria. La intensificación de la
agricultura con variedades de cultivos de alto rendimiento, fertilización,
irrigación y pesticidas tienen un fuerte impacto sobre los recursos naturales
con graves implicaciones en el medio ambiente y en la salud.
Los
sistemas agrícolas indígenas se han desarrollado en función de principios de
ayuda mutua, integración y diálogo con la naturaleza madre, principios que han
dado lugar a sistemas agroecológicos complejos (Castillo, 2001, 2014; Grain,
2006). Esta herencia de conocimientos, creación y práctica hicieron posible una
agricultura tan extraordinaria, basada en la biodiversidad. Se aprovecha mayor
los procesos naturales y de las interacciones positivas en las explotaciones
agrícolas con el fin de reducir el uso de insumos externos y crear sistemas
agrícolas más eficientes (Altieri y Nicholls, 2012). Mejoran la biodiversidad
funcional de los sistemas agrícolas que es esencial para el mantenimiento de
procesos inmunes, metabólicos y reguladores, claves para la función del
agroecosistema (Gliessman, 1998; citado por Altieri y Nicholls, 2012). Además,
que la resiliencia a los desastres climáticos está íntimamente relacionada con
el nivel de biodiversidad en las fincas, una de las principales características
de los sistemas agroecológicos (Altieri y Nicholls, 2012).
Ante
tanta influencia exógena capitalista, hay pocas oportunidades de volver al
campo, “la juventud ya no quiere trabajar”,
“las semillas nativas y plantas hay, pero
no la recogemos y no queremos volver a trabajar el campo”, son palabras
textuales de entrevistados de 70 a 90 años[9].
Ellos trabajaron, y están perdiendo los conocimientos sobre las semillas que
una vez les dieron de comer.
Al no
querer la juventud volver al campo, aunque intensifiquemos la producción en las
áreas de gran potencial no es suficiente para superar la escasez de alimentos. Aunque
hagamos regalías de semillas para la producción, no es suficiente para incrementar
la producción agrícola. Entonces, el llamado que hace el CGG, para incrementar
la producción agrícola de manera significativa, no avanza. Y no avanzará hasta
implementar mecanismos adecuados planteados en el PEGY. Lo que hay que hacer es volver a explorar el
enorme potencial de la agrobiodiversidad para explotar regiones ecológicamente
desfavorecidas.
“No existe suelos infértiles, lo que hay es pereza
de volver a trabajar el campo”, enfatizan la mayoría de los agricultores.
Si observamos nuestro sistema de producción agroforestal de nainu, una mezcla
de variedades y especies, reduce significativamente el riesgo de pérdida total
de la cosecha. Lo que hay que hacer es innovarlos para mejorar el sistema de
producción. Así se puede estabilizar y aumentar la producción de alimentos,
pero sin altos rendimientos.
Además,
en nuestra dieta debemos que incluir las plantas nativas silvestres y los
cultivos locales o nativos de menor importancia económico, para que sean
fuentes primordiales para mejorar la nutrición de las familias. Si hubiéramos
conservado y transmitido los conocimientos tradicionales agrícolas a las
generaciones de hoy, y estuviéramos produciendo alimentos con excedentes, sí
podríamos decir - somos soberanos en alimentación.
Seguridad, soberanía alimentaria y género
Prevalecen
dos criterios no consensuadas sobre el hambre: “desnutrición” y “seguridad
alimentaria”. La “desnutrición” se refiere al número de personas “cuyo consumo
dietario de energía está continuamente por debajo del requerimiento mínimo de
energía para mantener una vida saludable y llevar adelante una actividad física
liviana”[10].
El
concepto de “seguridad alimentaria” intenta capturar la noción de hambre no
como un déficit de calorías, sino como una violación de un espectro más amplio
de condiciones físicas, sociales y económicas (Patel, 2012; Gordillo y Méndez,
2013). Una situación que en la actualidad indica que si estos niveles de
desnutrición crónica continúan implican que varios de los países de la región
no lograrán cumplir las metas del milenio (Schejtman y Chiriboga, 2009).
Josué
de Castro (citado por Stedile y Martins de Carvalho, 2010)[11]
conceptualizó de que el hambre era un
problema social, resultante de la forma de organización social de la producción
y distribución de los alimentos. La FAO, convocó en 1974 a una primera
cumbre mundial para analizar la situación del hambre y la desnutrición en el
mundo. Años después, en 1996 (FAO, 1996), los países del planeta, reunidos en
una nueva cumbre mundial sobre la alimentación, acordaron adoptar por consenso
la siguiente definición de seguridad alimentaria: “La seguridad alimentaria existe cuando todas
las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a
alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades
energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y
sana”.
Simultáneamente
en esta cumbre, surge un nuevo concepto: el de soberanía alimentaria[12],
introducido por La Vía Campesina[13],
el cual significa que cada comunidad, cada comarca, cada municipio, cada
región, cada pueblo, tiene el derecho y el deber de producir sus propios
alimentos; producción y distribución de alimentos es innegociable y no puede
ser dependiente de voluntades políticas. Ya lo advertía José Martí al inicio
del siglo XX, en relación a la dependencia de América Latina hacia los
capitales extranjeros: “Un pueblo que no consigue producir sus propios alimentos,
es un pueblo esclavo.”[14]
…
El
concepto sobre soberanía alimentaria ha ido evolucionando desde su primera
definición oficial en 1996 en Roma (Schejtman y Chiriboga, 2009). Siendo la
última versión la siguiente: “La
soberanía alimentaria es el derecho fundamental de todos los pueblos, naciones
y Estados a controlar sus alimentos y sus sistemas alimentarios y a decidir sus
políticas asegurando a cada uno alimentos de calidad, adecuados, accesibles,
nutritivos y culturalmente apropiados. Ello incluye el derecho de los pueblos
para definir sus formas de producción, uso e intercambio, tanto a nivel local
como internacional.”[15]
La
definición de Soberanía Alimentaria está cada vez más consensuada, porque
contiene un enfoque de derechos, derechos al acceso de los agricultores de
pequeña escala, pastores y pescadores artesanales a recursos para la producción
de alimentos, así como el derecho a la alimentación y disponibilidad de
mercados justos (Windfuhr y Jonson, 2005). Esto legitima a los individuos y
grupos para exigirle a los Estados que actúan en conjunto, que respeten, protejan
y garanticen su acceso a la alimentación adecuada, tierra y territorio.
Según Gordillo
y Méndez (2013), ambos conceptos, seguridad y soberanía alimentaria enfatizan
la necesidad de aumentar la producción y la productividad de alimentos para
enfrentar la demanda futura. Ambos subrayan que el problema central el día de
hoy reside en el acceso a los alimentos y, en consecuencia, suponen políticas
públicas redistributivas desde el ámbito del ingreso, así como del empleo.
Se
abordan los síntomas que se presentan en situaciones donde las personas son
pobres y vulnerables, más que las causas subyacentes de las mismas (Windfuhr y
Jonson, 2005). Porque regalías de semillas o comida poco resulta para abordar
las causas subyacentes en Gunayala. Las razones por las cuales se argumentan
que solo la seguridad alimentaria como objetivo político, no resuelve las
cuestiones políticamente difíciles de inequidad, estas son ignoradas, producen
más inseguridad alimentaria y se parchan con derechos (Windfuhr y Jonson,
2005).
En todo
este concepto el vínculo entre el género y la alimentación se vuelve más claro
a través de la historia encabezado por las mujeres (Senra, León, et al., 2009). Las mujeres dules han
demostrado su rol dentro de la producción alimentaria, pero este rol siempre ha
sido desvalorado, donde la mujer no ha obtenido mucho beneficio y el trabajo
social permanece invisible (Alvarado, s/f), ellas alimentan a su pueblo. Y en
toda la historia de la humanidad ellas alimentan el mundo y gracias a ello, la
humanidad ha sobrevivido (Senra, León, et
al., 2009). Una soberanía
alimentaria que no incluya una perspectiva de género estará condenada al
fracaso. Porque es la construcción del concepto de la visión femenina del
mundo, a partir de la fertilidad y de la reproducción social de la humanidad en
condiciones igualitarias y justas (Senra, León, et al., 2009; Stedile y Martins de Carvalho, 2010).
Una
sociedad machista está menos familiarizada con las necesidades específicas y
las prioridades de las mujeres y eso ha creado problemas para identificarlas
como beneficiarias, facilitar capacidades o estar frente a una posición de toma
de decisiones debido a normas socioculturales específicas. Porque el
estereotipo de género más habitual es considerar a las mujeres solo como amas
de casa y madres. Como resultado, la actividad de las mujeres en la agricultura
aún hoy día sigue desvalorándose en la sociedad dule – “por qué deben trabajar las mujeres, eso es trabajo de hombres”, “aggudaile omegan arbanair” …, decía un
agricultor en un Foro de mujeres[16],
pero una dirigente le contestó, que no solo los hombres pueden trabajar la
agricultura, sino ellas también, “también
tenemos dos manos, más ahora que ustedes no quieren trabajar”. Otra
dirigente dijo: “nosotras trabajamos más
que lo hombres, trabajamos las 24 horas” …
Actualmente,
ya existe conocimiento científico acumulado para enfrentar las dificultades
naturales y garantizar la producción de bienes suficientes para su reproducción
social relativos a la práctica agrícola o agroecológica. Facilitar a las
mujeres para que asisten a talleres de capacitación y vuelven a tomar su rol en
la producción agroforestal. Porque son ellas las que demuestran que aún en
contextos de pobreza extrema, alimentan a la población y mantienen patrones de
consumo congruentes con el cuidado de la tierra y la colectividad (Senra, León,
et al., 2009). Pero son las más
olvidadas en las políticas agrícolas y alimenticias. Por ello el PEGY 2025 debe
abrir las puertas a la participación de las mujeres y jóvenes en la producción
como lo establece la estrategia.
Enfoque territorial para el desarrollo desde adentro
La
alimentación y la soberanía alimentaria son temas que no solo hay que
enfocarlos en teoría, sino en la práctica, porque son los pueblos indígenas y
las mujeres los que reciben el duro golpe de la pobreza y son los que asumen
las responsabilidades principales de la producción y la conservación diaria. Pero
la pobreza para el pueblo dule, no es solo material y falta de servicios, sino
espiritual, la negación al desarrollo colectivo, familiar y ecológicos, que la
estructura actual impiden el desarrollo de las estrategias productivas y
ecológicas.
Lo anterior
hace que el enfoque territorial para el desarrollo desde adentro cobre
importancia, como la oportunidad de un desarrollo integral plasmado en los
cinco objetivos de la estrategia:
- “Fomentar y promover el respeto, reconocimiento y el fortalecimiento de la institucionalidad, garantizando la gobernanza territorial”.
- “Fomentar los saberes ancestrales y la gestión ambiental y territorial para renovar la economía solidaria y una Comarca ambientalmente sostenible y resiliente a los efectos del cambio climático”.
- “Contribuir al desarrollo educativo, cultural y espiritual como derecho, factor de cohesión e identidad y fuerza transformadora de la sociedad, desarrollando el potencial humano de la población guna”.
- “Promover los saberes ancestrales y la medicina convencional, interactuados para el desarrollo de la salud de calidad en la Comarca Gunayala”.
- “Generar oportunidades y bienestar a las familias, y a las empresas comunitarias desarrollando e implementando una política de producción y soberanía alimentaria”.
Con
estos objetivos estratégicos, estamos reafirmando la necesidad de una
transformación productiva, ambiental, social, cultural e institucional,
fortalecer las comunidades, la coordinación real entre instituciones, para
fortalecer mecanismos y llevar adelante la descentralización[17],
en el marco del PEGY 2025.
Es
derecho de nuestros pueblos de controlar sus territorios, sus recursos
naturales, sus sistemas de producción agroecológicos o de nainu, su suelo, su fertilidad,
su reproducción social y de integración entre pueblos de acuerdo con intereses comunes.
De
acuerdo con PEGY 2025 (2015)[18],
la implementación de la estrategia para la construcción de una soberanía
alimentaria en Gunayala, necesitará de reformas estructurales y en el actual
modelo de producción agrícola. La
sociedad dule padece todavía de ese grave problema estructural, de un modo de
producción y organización social que no consigue garantizar la seguridad
alimentaria para entonar la soberanía alimentaria a su pueblo.
El
desafío consiste entonces en incrementar la producción alimentaria en la misma
superficie, rescatando y revalorando los saberes ancestrales, reduciendo
simultáneamente los impactos ambientales con técnicas de lo que se ha llamado
"tecnología a pequeña escala", innovando e introduciendo prácticas
agronómicas como el manejo integrado de plagas, el manejo integrado de los
residuos de la producción pecuaria, los sistemas agroforestales, barbechos
mejorados, labranza cero, siembra en curvas de nivel, técnicas de “mulch” para
la mejor conservación de agua y de suelo, labranza mínima o ecológica, hoyos
productivos (Castillo, 2013b; Schejtman y Chiriboga, 2009).
A manera de conclusión
Seguridad
alimentaria y soberanía alimentaria, dos conceptos que han tenido acercamiento;
sin embargo, es la definición de la FAO la que ha sido oficializada por los
gobiernos de la mayoría de países del mundo.
Los
dules y otros pueblos indígenas también tenemos que reconocer que estamos
dejándonos perder nuestros recursos naturales y agrobiodiversidad, la
producción no se incrementa y reconocer que estos problemas son causados por la
pérdida de los conocimientos tradicionales y aceptar más lo exógeno que lo
propio, porque los conocimientos tradicionales ya no se transmiten debidamente a
la nueva generación (Mostue, 2005; Egan, 2005).
La
soberanía alimentaria tiene que romper no sólo con un modelo agrícola capitalista,
sino también con un sistema patriarcal, que continuamos practicándolos. La
sociedad dule padece todavía de ese grave problema estructural, de un modo de
producción y organización social que no consigue garantizar la seguridad
alimentaria para entonar la soberanía alimentaria a su pueblo.
El
desafío es recuperar diversas técnicas indígenas, como los sistemas
agroecológicos, como la agroforestería, concepto importante para contribuir a
la ordenación y al desarrollo desde adentro (Castillo, 2014). Tomando en cuenta
la agricultura familiar en la producción de alimentos y en la práctica de una
agricultura ambiental y socialmente sostenible; y el actual papel de la mujer,
en ciertas comunidades, en las diferentes fases de la actividad productiva.
Garantizar
nuestras tierras y territorios, tendremos acceso a la pesca y los bosques como
medio para minimizar el hambre, el desarrollo desde adentro con armonía con
Nabgwana. Y en la medida que se mantengan como ecosistemas naturales prístinos
o poco intervenidos su valor aumenta minimizando la crisis ambiental.
Territorios que contienen un ecosistema altamente vital para el equilibrio
ecológico global.
Dentro
de esta realidad de los pueblos indígenas, sus conocimientos ancestrales aún
persisten, no valorarlos y rescatarlos será imposible erradicar el hambre. En
el marco de este contexto los países deben garantizar el reconocimiento,
protección y defensa territorial de los pueblos indígenas. Porque si lo pueblos
primero no logran su soberanía y definen las políticas, no podrán alcanzar la
seguridad alimentaria, la cual implica cambios, …
Enfocarse
en la soberanía alimentaria local, comunitario o familiar, minimizado estos
problemas habremos avanzado e incrementado la producción alimentaria y con ello
la seguridad alimentaria. Porque ahora ocurre que los discursos sobre soberanía
alimentaria basado en la agroecología, son propuestas específicas de políticas que
se concentran más en las dimensiones internacionales de los problemas que
afectan a los productores de pequeña escala, y si son o no abordados de forma
adecuada, depende de las políticas nacionales y en el caso nuestro, decisión
comarcal.
Referencias:
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contribución a las discusiones de Rio+20 sobre temas en la interface del
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(SOCLA). 21 p.
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número de páginas).
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“Preocupados por la falta de incremento de la producción agrícola, la pérdida
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Kuna Yala y continuar con el proceso para establecer la Dirección Regional
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22 al 25 de junio de 2006. 2 p.
Egan, L., 2005. Kuna Agriculture:
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Windfuhr, M. y Jonsén, J., 2005. Soberanía
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Edición original en idioma inglés publicada por ITDG Publishing The Schumacher
Centre for Technology and Development, Bourton Hall Bourton-on-Dunsmore, Rugby,
Warwickshire, CV23 9QZ, UK. 62 p.
[1]
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febrero de 2016. http://gubiler.blogspot.com/2016/02/como-desarrollar-pegy-2025.html
[2]
Iniciativa de CENDAH: “Rescate de semillas y plantas nativas y fomento de los
sistemas de producción de nainu”, informe en preparación.
[3] La
Secretaría aún no se ha formalizado y por el momento aún las Comisiones
Sectoriales de Producción o por corregimientos, son las que están activos.
[4]
Estos grupos se organizaron, a mediados del año ´80, en la Central Única de
Productores Agrícolas de Kuna Yala (CUPAKY), cuyo objetivo fue incrementar la
producción agrícola, se organizan ante el llamado del Congreso General Kuna
(Castillo, 2014).
[5]
Nació como Unión de Trabajadores Kunas (UTK), para obtener personería jurídica cambió
su nombre a Asociación de Empleados Kunas (AEK) y finalmente se llamó
Asociación de Ecológica Kuna (AEK), empleados de las bases militares
desaparecidas.
[6]
Castillo, G., 2001. Reforestación
económica con plantas nativas utilizando técnicas agroforestales, Kuna Yala,
Panamá. Resultado de 2 años de actividades. Informe Final a la Fundación
Natura, Proyecto No. G4-97005. AEK, PEMASKY. Panamá. 22 p.
[7]
Una de las actividades de la Comisión de Producción del CGG, es entregar
semillas a ciertas comunidades seleccionadas o necesitadas.
[8] Según
Castillo (2013b), en Gunayala, en los 90 surgieron grandes “sociedades” de
hasta 90 miembros y más, dedicados principalmente a los cultivos comerciales de
ogob (coco) y aswe (aguacate). Y el comercio del ogob lo hicieron con Colombia.
Situación que ha mermado, porque estas sociedades ya no existen y la producción
del ogob ha mermado. El aswe se vendía entre comunidades o en la ciudad.
[9] Iniciativa
de CENDAH: “Rescate de semillas y plantas nativas y fomento de los sistemas de
producción de nainu”, informe en preparación.
[10]
Para obtener dichos resultados se realizan encuestas individuales, pero
realmente no son encuestas individuales, porque el análisis se basa sobre la
disponibilidad alimentaria del país, el poder de compra de los hogares y la
situación en cuanto a derechos, según Patel (2012) citando a la FAO (2004,
2011).
[11]Médico
y economista brasileño Josué de Castro (1908-1973), escribió dos obras que
conmovieron al mundo: Geografía del hambre y Geopolítica del hambre. Su tesis
central era que el hambre era causada por el subdesarrollo, resultado a su vez
de la mala utilización de los recursos naturales y humanos. Su contribución teórica fue tan importante,
que en las Naciones Unidas le concedieron el cargo de primer secretario General
de la FAO, en la década de 1950.
[12] El
tema de Soberanía alimentaria está ampliamente difundido entre organizaciones
sociales (Windfuhr y Jonson, 2005)
[13] Sitio
oficial de Vía Campesina: http://www.viacampesina.org/. Movimiento que
aglutina organizaciones de pescadores artesanales, pastores e indígenas,
organizaciones no gubernamentales (ONGs) y Organizaciones de la Sociedad Civil
(OSCs), el cual se ha constituido en una red social global de ONGs, OSCs y
Movimientos Sociales
[14] El
pensamiento antiimperialista de José Martí, está plasmado en su obra Nuestra
América. Fundación Biblioteca Ayacucho: 2005. Venezuela. (original s/f. 458 p.)
http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/m/Marti,%20Jose%20-%20Nuestra%20America.pdf
[15] VI
Conferencia de la Vía Campesina. Yakarta, 9 al 13 de junio de 2013.
[16] Castillo,
G., 2015. FORO “UNA MUJER, UNA OPCIÓN PARA EL DESARROLLO”. En: Gubiler, 7
de septiembre de 2015. http://gubiler.blogspot.com/2015/09/foro-una-mujer-una-opcion-para-el.html
[17]
Aunque no se le entregue esta responsabilidad de parte del gobierno, el pueblo
dule podrá continuar fortaleciéndose, porque sus acciones siempre son
descentralizadas, desarrollando su economía
[18]
Plan Estratégico de Gunayala – PEGY 2015-2025. Documento no publicado (inédito)
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