CENDAH se suma al llamamiento.
El delicado equilibrio de la
biosfera del planeta está al límite, poniendo en peligro la vida en la
Tierra. Los científicos lo han dejado claro: llegó el momento de ponerse las
pilas o irse al carajo. Los líderes del mundo se reúnen en la ONU el mes que
viene y todos nosotros, en todo el mundo, tenemos hasta entonces para
organizar un día de acción histórico contra el cambio climático -- llamando a
la acción colectiva para luchar por todo lo que deseamos. Apúntate para
participar en: https://secure.avaaz.org/es/event/climate/?source=blast&cl=5710253635&v=44320
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Alicia
Rivera
De
los trópicos a los polos, el calentamiento global habrá transformado el planeta
de forma incontestable en pocas décadas. Los impactos serán económicos y
humanos.
El calentamiento y los cambios del uso
del suelo incrementarán el riesgo de grandes incendios forestales, como el de
la semana pasada en California. / STUART PALLEY (EFE)
La
geotransformación ha comenzado. El planeta Tierra está inmerso en un cambio
insólito, por lo acelerado que, de una manera o de otra, con efectos diferentes
aquí o allá, llega a todos los lugares. “A mediados de siglo las evidencias del
cambio climático, en aspectos que ahora pueden no ser aún muy visibles, serán
incontestables”, dice el experto Manuel de Castro. Muchos países no tendrán
capacidad económica para poner en marcha medidas de adaptación que eviten los
impactos más adversos. Los desarrollados seguramente sí, pero con un coste
alto. En España, por ejemplo, solo la subida del nivel del mar hacia 2050, en
algunas provincias, puede suponer un coste equivalente a entre el 0,5% y el 3%
de su PIB, que llegaría al 10% a finales de siglo, según un reciente estudio
liderado por Íñigo Losada, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria[1].
Las
temperaturas seguirán aumentando y, hacia 2050, la media global será entre uno
y dos grados más alta que ahora, dependiendo de cuántos gases de efecto invernadero
se emitan. “Y eso es mucho: hay que tener en cuenta que se ha fijado, el límite
de dos grados de aumento, aproximadamente, desde la época preindustrial, como
máximo a no superar para evitar las peores consecuencias, y a mediados de siglo
estaremos muy cerca o ya en esos dos grados”, continúa De Castro, catedrático
de Física de la Tierra de la Universidad
de Castilla-La Mancha[2].
Hay que tener en cuenta, recuerda, que desde la época preindustrial, hacia
1780, la temperatura media del planeta ha subido ya 0,8 grados y —no se cansan
de repetir los científicos— no es que la Tierra no haya sufrido cambios
climáticos en el pasado; al contrario, han sido abundantes, pero no hay
registro de ninguno tan rápido como el actual. La gran novedad, además, es que en
esta ocasión se debe a la actividad humana. “Es Física: se refuerza el efecto
invernadero por las emisiones, sobre todo de los combustibles fósiles, y el
planeta se calienta”, afirma taxativamente De Castro.
La
convulsión del clima tiene múltiples manifestaciones, efectos y
retroalimentaciones. “A mediados de siglo, el Ártico será un océano libre de
hielo en verano, con importantes rutas de navegación y transporte marino, así
como grandes puertos e infraestructuras asociadas”, describe Carlos Duarte, del
Instituto Mediterráneo de Estudios
Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB)[3].
Y más sobre el Ártico dentro de 50 años: “Muchas especies asociadas al hábitat
del hielo, como el oso polar, focas, morsas y algas, se encontrarán en un
estado crítico de conservación o se habrán extinguido, mientas que muchas
otras, como el bacalao, gambas, bosques de algas y praderas submarinas se
habrán extendido creando nuevos ecosistemas con nuevas funciones y servicios a
la sociedad”, añade este oceanógrafo experto en los confines septentrionales de
la Tierra.
Otra
extensa parte de planeta que habrá cambiado dentro de unas décadas es la
Amazonia, que puede sufrir una deforestación acelerada por el efecto combinado
de las sequías prolongadas y los incendios, como muestra un trabajo publicado
en Proceedings (Academia Nacional de Ciencias, EE UU)[4]
por Paulo Monteiro Brando (Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazonia) y sus
colegas. “Las interacciones entre el clima y los cambios del uso de la Tierra
pueden desencadenar la extensa degradación de las selvas amazónicas; los
incendios de alta intensidad asociados a los fenómenos meteorológicos extremos
pueden acelerar esta degradación incrementando abruptamente la mortalidad de
los árboles”, explicaban hace un mes.
El coste el algunas provincias en España
estará entre el 0,5% y el 3% del PIB
Los
estudiosos del clima puntualizan que las proyecciones climáticas no consisten
en predecir el tiempo meteorológico que hará dentro de 50 años, en una semana
concreta en una localidad determinada. No se trata de una predicción del tiempo
a larguísimo plazo, sino de identificar los rasgos y de calcular los cambios
del clima de la Tierra y sus posibles manifestaciones en la medida en que se
vayan acumulando más o menos gases de efecto invernadero en la atmósfera. “La
precipitación media global dentro de 50 años aumentaría entre un 5%, en el
escenario más favorable de menor concentración de gases de efecto invernadero,
y un 15% de incremento en el escenario más desfavorable”, resume De Castro.
“Pero su distribución será muy desigual entre regiones. Como regla general, las
zonas húmedas recibirán más precipitaciones y las áridas, tendrán menos
lluvias, con pocas excepciones”.
Tampoco
el cambio en las temperaturas será uniforme, de manera que habrá entre un 20% y
70% menos días de frío extremo respecto a los actuales, especialmente en
latitudes altas, mientras que el número de días de calor realmente alto
aumentará entre un 30% y un 250%, sobre todo en latitudes medias. Y la duración
e intensidad de las sequías es probable que aumenten en regiones como la cuenca
del Mediterráneo, Europa Central, Centroamérica, noroeste de Brasil y
Suráfrica, apunta el catedrático de Castilla la Mancha. En la península Ibérica
“los inviernos será un poco más suaves y, aunque seguirá habiendo días muy
fríos, serán menos frecuentes; los veranos serán mucho más tórridos y las
precipitaciones serán menos abundantes entre abril y octubre”.
Millones
de personas notarán el cambio climático directamente en las regiones costeras
que el mar, al subir, se habrá comido literalmente o erosionado mucho. Algunas
islas, como varias del Pacífico, o las Maldivas, tendrán problemas serios de
pérdida de habitabilidad por áreas sumergidas o por la salinización de
acuíferos. Los deltas de los ríos se verán afectados, además de playas y costas
en todo el mundo, con impacto enorme, por ejemplo, en el turismo.
“En
España, el aumento del nivel del mar afectará a toda la costa. Será notable en
el delta del Ebro o zonas bajas como la desembocadura del Guadalquivir o
Huelva; el impacto será destacable también en puertos e infraestructuras
costeras, incluso con pérdida de operatividad en muchos casos, y se perderá
gran parte de las playas encajadas en las costas del Cantábrico y de la Costa
Brava”, explica Losada. Advierte de que las grandes y dañinas tormentas que ha
sufrido este invierno la costa norte española pueden ser más habituales dentro
de pocas décadas.
Las zonas humedas tendrán más lluvia y las
secas sufrirán más sequía
“La
subida del nivel medio del mar desde 1900 ha sido de unos 20 centímetros, y los
valores proyectados para 2050 están entre 24 y 29 centímetros más”, resume
Losada. ¿Y ese crecimiento del agua, de dónde saldrá? La mayor parte, responde
este experto, se debe a la expansión térmica del agua, la dilatación de un
material que se calienta, pero también de la fusión de los glaciares y las
masas de hielo en Groenlandia, Ártico y Antártida. “Por ejemplo, si se fundiera
la masa de hielo que cubre Groenlandia, lo que sería posible excediendo
temperaturas globales por encima de dos o cuatro grados respecto a la
preindustrial, se estima una subida del nivel medio del mar global de hasta
siete metros”, explica Losada. Pero eso sería, en todo caso, mucho más allá de
finales del siglo XXI. De momento, las tres evidencias claras de cambio
climático en el océano son: subida del nivel, calentamiento del agua y
acidificación de la misma, con gran impacto en prácticamente todas las especies
marinas y muy especialmente en los corales.
Los
trópicos se están ampliando hacia latitudes cada vez más altas, y el proceso
seguirá. No solo la frontera con las latitudes medias, determinada por la
circulación atmosférica específica de la banda ecuatorial, se desplaza hacia el
Norte y el Sur arrastrando sus condiciones de vientos secos y desiertos. Desde
1979, el cinturón atmosférico tropical se ha ensanchado entre 225 y 530
kilómetros, sumando el efecto en ambos hemisferios. Además, según han anunciado
dos equipos científicos hace poco, la fase más intensa de los ciclones
tropicales, como huracanes y tifones, se desplaza igualmente con el
ensanchamiento del trópico. Las migraciones de millones de personas huyendo de
las zonas más acosadas por la sequía serán seguramente una realidad dentro de
500 años.
Para
finales de siglo, muchos de estos efectos del calentamiento global se habrán
agudizado y otros habrán empezado a mostrarse con toda claridad. “Lo seguro es
que dentro de 50 años ya no habrá climaescépticos”,
concluye De Castro, “puesto que hará tiempo que las evidencias del
calentamiento global antropogénico habrán llegado a ser absolutamente
incontestables”.
Pronósticos para todo el planeta
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Los
expertos de la NASA resumen las proyecciones climáticas para las grandes
zonas del planeta.
Europa.
Aumenta notablemente el riesgo de inundaciones catastróficas en el interior.
En las costas también habrá inundaciones más frecuentes y la erosión de
agudizará por las tormentas y la subida del nivel del mar, se reducirán los
glaciares en las áreas montañosas así como la cubierta de nieve en las
latitudes altas. La pérdida de especies animales y vegetales será importante
y se reducirá la productividad de las cosechas en el sur del continente.
América
Latina. En general se registrará un reemplazo gradual de la selva tropical
por la sabana en la Amazonia oriental, con un alto riesgo de pérdida de
biodiversidad y extinciones de especies en muchas áreas tropicales, y cambios
significativos en la disponibilidad de agua dulce para el consumo humano, la
agricultura y la generación de energía.
América
del Norte. Habrá una disminución de las nieves en las regiones montañosas
occidentales, un incremento de entre el 5% y el 20% de las precipitaciones en
algunas regiones agrícolas (lo que será favorable) y un incremento en la
intensidad y frecuencia de las olas de calor en lugares que ya las sufren.
África.
Ya a finales de esta década habrá entre 75 y 220 millones de personas
expuestas al incremento de la escasez de agua dulce, pueden reducirse las
cosechas que dependen de las precipitaciones hasta un 50% en algunas regiones
y el acceso a la alimentación pude estar gravemente comprometido.
Asia.
Especialmente en el sur, el centro, el este y el sureste, se reducirá la
disponibilidad de agua dulce hacia 2050; extensas áreas costeras están en
riego por el incremento de las inundaciones y en algunas regiones se esperan
más y más intensas sequías.
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Fuente: ELPAÍS. SOCIEDAD - http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/05/20/actualidad/1400604766_206368.html
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